LA
REVOLUCIÓN,
NO
CONMEMORA A VALIENTES, NOS RECUERDA QUE SOMOS MEXICANOS LIBRES
“Quiero
morir siendo esclavo de los principios, no de los hombres”
Emiliano
Zapata.
Por:
Alma Angelina C. Carbajal Guzman.
Mucho se ha dicho,
debatido y criticado acerca de la Revolución en México. El levantamiento en
armas del pueblo, por la indignación y
la falta de un gobierno equilibrado en
este país, ha sido desde la
Independencia, una serie de versiones en
que cada autor tiene como único fin, la libertad y la igualdad para todos y
cada uno de los mexicanos.
La historia mucho
ha comentado sobre los diferentes genocidios, sin embargo se ha omitido el
capítulo negro que sucediera años antes del surgimiento de la revolución; el
exterminio de los indios yaquis de Sonora. Este agravio lo maquinaban las clases altas
con el amparo y apoyo del General Díaz, para despojar a este grupo de sus
tierras, desintegrando familias, arrancando pequeños del regazo de su madre,
sólo por la codicia y el hambre de poder.
La esclavitud que creían
muchos extranjeros había sido erradicada en
México, seguía impartiendo latigazos,
penuria, destierro. Las haciendas con sus tiendas de raya eran el
instrumento con el que gran parte de la población era tratada como mula de
carga, siendo tratadas como monedas de cambio, en el que su valor residía en su
fuerza de trabajo y no como el de individuos. Escapar era muerte segura, preferían morir en el infierno a manos de esos demonios
porque entre cada azote a contacto con la piel se los remarcaban como un credo
a base de sangre y sufrimiento.
Los gritos de angustia, desesperación e
inconformidad, llegaron a una sola conclusión: revelarse y hacer valer el
derecho a vivir, con libertad, dignidad y paz. Si es bien sabido que durante el
gobierno de Díaz se incremento el desarrollo de México a ojos del mundo, fue a causa de niños sin
hogar y por el abuso de su mano sobre los más pobres. Así se edificó nuestro
país en ese tiempo, promoviendo el no
pasa nada a base de llanto, muerte y bajo el dominio del poder militar como
primera ley.
Hubo varios
movimientos todos a favor de la libertad,
como primer lema; pero quizá la
figura más representativa de esa época fue, “el caudillo del sur”. Emiliano Zapata lucho incansablemente a favor
de los campesinos “la tierra es de quien la trabaja”, esa frase así como muchas
otras dieron la vuelta al hemisferio cambiando perspectivas y sembrando en la
conciencia fértil de las nuevas generaciones, la lucha por un bien común: paz,
justicia y que todos somos iguales y tenemos los mismos
derechos.
Este apóstol de la
revolución nos recuerda, que como mexicanos tenemos derecho a trabajar en esta
tierra, que nos engendró y nos dio una
identidad única ante el mundo entero; como
verdaderos revolucionarios luchando
todos los días de nuestra vida, por cada uno de nuestros ideales. Este
20 de noviembre, recuerda un poco a aquellos mexicanos que también pensaban como tú, en tener un México
como ningún otro, soberano y justo.
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