Juan Orol
Notas
del Director
De alguna manera Orol personifica lo que fue la historia y la evolución del cine mexicano; un cine un tanto improvisado, sin una base sólida y que se volvió importante en un momento, pero de manera casi involuntaria.
Si en algún momento se puede hablar de una “Época de Oro” de la producción en México, fue gracias a personas como él, que realizó cerca de sesenta películas a pesar de no tener nunca un ambiente favorable para realizarlas. Éstas, a pesar de ser muy malas, tuvieron su cuota de éxito comercial y una estética muy marcada y personal: gángsters a la italiana, vestidos de traje cruzado a rayas en ambientes tropicales, las mujeres fatales que derrochan glamour actuando en un cabaret, el “cinturita” de buen corazón y la prostituta arrabalera por necesidad, son entre otros, sellos característicos de su filmografía. Se trata de Serie Negra a la mexicana, es decir con pocos recursos y una buena dosis de imaginación.
Paralelo a la historia de Juan Orol, se hará una revisión de lo que ha sido la evolución de la industria cinematográfica en México, desde la introducción del sonido en los años 30, hasta la franca decadencia de la década de los 70, pues éste fue el periodo que abarcó la carrera cinematográfica de nuestro personaje.
El tono general de la película es una tragicomedia fársica; sin embargo, seremos fieles a hechos reales y algunos diálogos originales de las películas de Juan Orol.
Realización
La “estética oroliana” resulta muy peculiar, tiene ciertas caracerísiticas que hacen de su obra un despropósito único. Al ser una película de época que abarca un largo periodo, en algunas escenas se utilizaron las mismas técnicas que Orol: la falta de continuidad, la utilización de foros imposibles, imagenes de stock, etc. Sin embargo, el tratamiento visual a diferencia de su cine, está perfectamente justificado, y los errores son valores de la propuesta estética. La primera etapa de la película está realizada en blanco y negro; la segunda sucede en color, haciendo una parodia a los tonos chillones y a las combinaciones imposibles tan características del momento.
Música
En la vida de Juan Orol la música juega un papel preponderante. Él era el coreógrafo de los bailes de sus rumberas e incluso alguna vez probó componer algunas canciones. De alguna manera fué el responsable de traer la música cubana al cine mexicano, y trabajó junto a grandes estrellas como Pérez Prado, Beny Moré, Celia Cruz y Toña la Negra. La banda sonora, tiene todos los temas que sin duda, marcaron la estética oroliana.
Juan Orol: "He hecho en México lo que Bogart en Estados Unidos"
ROSA MARIA PEREDA 25/03/1980
Ha sido policía y actor, y entonces hacia siempre de gangster; ha sido torero y juerguista, viajero por todo el mundo y padre de familia; productor y director de cine, por junto y por separado, durante los últimos 47 años. Juan Orol, que dice ser considerado «una institución del cine mexicano» y que participa en Madrid en la semana dedicada al cine de españoles en México, dejó el boxeo porque «no quería que me pusieran las orejas hechas una coliflor, ni me estropearan mi carita, con el gusto que yo la tenía». Y dejó de pilotar coches en la primera prueba, porque «me iban a contratar en Indianápolis, y me faltaron unas décimas para la marca de 118 millas por hora, así que me dio coraje y no volví a correr coches, yo que había estado entre automóviles desde niño».
De niño salió de Galicia Juan Orol, hacia 1905, con sus padres, que emigraron a Cuba. Allí vivió de los ocho a los trece años, y luego México. Era un tipo duro este Juan Orol que ahora viste impecable traje azul y una elegancia muy de los años en que empezó con el cine, los primeros treinta. Guarda todavía el sombrero, el fieltro impenitente que no puede dejarse de relacionar con sus personajes preferidos o con esa que fue su profesión por unos años.«Siempre», dice Juan Orol, «he hecho de malo. Yo no soy malo, al contrario, soy muy humano, pero mis papeles siempre han sido de gangster. Yo hacía en las películas mexicanas lo que Bogart hizo en las norteamericanas.» En cambio, en su vivacidad y en su aire divertido se ve que él cultiva con entusiasmo ese aspecto duro, distante, un punto violento. Y en la entrevista, el actor podrá rnás que casi ninguna otra de las facetas de las que habla, porque eso se queda como una droga definitiva en la masa de la sangre. Gestos, palabras medidas, actitudes y una curiosa sabiduría para posar ante el fotógrafo son sólo algunos datos.
«Yo empecé con el cine dramático en México, y hacía llorar hasta a los hombres. Luego, cuando los otros empezaron con esto, yo hice películas tropicales y me traía muchachas bonitas de Cuba... Como tuvieron éxito, otros productores se pasaron al tema, y entonces me dediqué a hacer cine de gangsters.. He hecho la vida de los principales, de Al Capone, de Lucky Luciano, de Joy Adonnis, de todos los grandes. Era un tema que me gustaba y del que sabía un poco por el tiempo que fui agente de la federal, como el FBI, de México.»
En la federal, como dice, adquirió en seguida fama de valiente. «Fue porque un día, a poco de entrar yo, jugaban en México el Argentina contra un equipo español de fútbol, y yo quería ir aunque estaba de servicio. Total que mi superior me dijo que si agarraba al Manzanitas y al Charrascas, dos bandidos que habían matado a siete, y me daba tiempo, podía ir al fútbol. Les pesqué, yo solo, en un barrio donde no entraba nadie; un barrio muy malo, y allí estaban. Toqué la puerta, una y otra vez sin entrar. Hasta que uno de ellos asomó la cabeza y le puse la pistola en la sien y le dije: "Sal para afuera o te descerrajo." Le saqué de encima una pistola, un puñal y una navaja barbera. El otro estaba en la cama, pero ya no pudo hacer nada. Para llevármelos a jefatura vacié un autobusito y encañonados los llevé hasta allí ... » Se ríe con el recuerdo. «Naturalmente, fui al fútbol aquella tarde, y me amenazaron con castigarme por la valentonada. Pero luego cogí fama de valiente y me mandaban a todas las misiones peligrosas. En realidad», dice, «estoy vivo de milagro. O los bandidos o los revolucionarios hubieran podido matarme.» Naturalmente, no hablamos de política.
«La fama de valiente -no creas que yo era un bruto, siempre fui muy humano- la tenía también porque al mismo tiempo que policía era torero. «Me dejaban ir a torear por toda América. A España no vine porque todavía me podían obligar a ir a la mili, y entonces se acabó la toreada...» Como torero se llamó Juan García Esparterito, y el abandono de la arena está unido al drama que confiesa de su vida. «Estaba yo casado con una muchacha mexicana y teníamos un chiquillo. Ella se me murió, así que pensé que tenía que quitarme de los toros, no me fuera a coger uno y dejara al chico solo.» Y de la policía. Entonces empezó con el cine, haciendo un poco de todo.
Sinopsis
OROL es la biografía de uno de los íconos de la historia del cine mexicano, la historia de un hombre de origen gallego, que después de varias peripecias, llegó a México para volverse de manera involuntaria el creador de varios géneros cinematográficos: gángsters, rumberas y hippies, obteniendo un enorme éxito en taquilla pero con críticas terribles. Se le conoce como el gran “surrealista involuntario”.
La Película
OROL es un largometraje de ficción mexicano que nace de las observaciones del guionista y director Sebastián del Amo por la vida y obra de Juan Orol, quien siempre estuvo en el debate de si era un “fabricante de churros”, o si sus películas eran tan malas que resultaban buenísimas. Algunos críticos lo catalogaron como el primer “Surrealista Involuntario”, término que fue utilizado posteriormente por muchos realizadores para justificar la dudosa calidad de sus propias películas. Es por esto, que Juan Orol es un ícono de la cinematografía mexicana y un director de culto. A través de la vida de Juan Orol, director de serie B en la “época de oro” del cine mexicano, y al que se le concedió el poco honorable título de “el rey del churro”, hicimos un homenaje a la industria fílmica mexicana.
Planteamos la evolución de la industria cinematográfica en México, desde la introducción del sonido en los años 30 hasta la franca decadencia de los 70, periodo en el que nuestro personaje realizó todo su trabajo.
Juan Orol, a pesar de su origen gallego, se convirtió en un ícono para la industria mexicana.
En palabras de Carlos Monsivais, ...”sus películas eran tan malas que resultan buenísimas...”
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