Este documental evoca la memoria y el testimonio de dos personajes:
Fernando García, conocido como Pinolito, durante su desempeño como actor infantil en la década de los 70, y doña Lilia Ortega, su madre, también actriz. Fernando se asumió como travesti hace algunos años y ahora se hace llamar Coral Bonelli.
Ambas viven en Garibaldi añorando su pasado fílmico mientras Coral asume con valor su nueva identidad genérica. Ambas continúan actuando.
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