HOMICIDAS GOURMETS

-TEXTO: EDGAR ALVAREZ ESTRADA (Dramaturgo).

HOMICIDAS GOURMETS

México, en la actualidad, está inmerso en un clima de violencia y agresividad. Cada individuo es determinado por su entorno, en este sentido y como bien lo sentencia Freud en su ensayo “El malestar en la cultura”, cualquier humano es violento por naturaleza y, peor aún, proclive a acrecentar esa violencia envuelta en una sociedad que lejos de atemperarla, la exalta: injusticias, marginación, asaltos, secuestros, violaciones, crímenes impunes, impotencia ante la injusticia y el perdón institucionalizado que rinde servilismo a los más pudientes, a aquellos que pueden comprar la corrompida podredumbre de un sistema anulado por sus mismos vicios, el embate mediático que rinde culto a la atrocidad; todas ellas son características de una sociedad descompuesta y en franca decadencia: los privilegios cuestan y no todos pueden pagarlos.

¿El asesinato como una de las bellas artes? Solución posible y muy probable.

El desarrollo de la sociedad mexicana deberá establecer esos límites para advertir hasta dónde la cultura podrá hacer frente a este embate de violencia y agresión del individuo o cómo sublimarlos. Esta ficción trazada en Homicidas gourmetes, representan un claro ejemplo de lo que podría suceder en tiempos no muy lejanos.

Sinopsis

Lucca y Jess, Liz y Roy. Dos parejas que son como cualquier otra. Van al cine, a pasear, tienen mascota, pero, sobre todo, tienen los mismos gustos y el mismo hobbie: Asesinar. Pero no asesinar así como así, ellos son refinados y nada les gusta más que explotar su imaginación y crear verdaderas obras de arte del asesinato. Eso sí, no son elitistas ni nada parecido, son demócratas del homicidio y matan tanto a ricos como a pobres. Venga a deleitarse con un boccato di cardenale del homicidio escénico, una pieza no apta para asesinos comunes y corrientes.

La obra es una novela por entregas, pequeños capítulos que, poco a poco, van dejando entrever a una serie de personajes que interactúan por necesidad y, al mismo tiempo, por convicción. Seres que han sido unidos por el destino para buscar un objetivo común: la sublimación de la violencia a través de la experiencia estética que implica la creación.

La historia arranca con el encuentro entre Lucca y Jess, su relación, marcada por al amor-odio; sus primeros asesinatos; la búsqueda de justicia y de la perfección como fin último de una preocupación estética; la desilusión como detonante de sus actos ante la sociedad, de la cual ellos se consideran redentores. En el camino se van cruzando con seres que se les asemejan, Roy y Liz, estos se irán adentrando a un universo que les eleva por encima del homicidio común y los inscribe en un rango donde sólo los artistas sensibles y privilegiados, aquellos marcados por el talento, tienen acceso para obtener la trascendencia. El estudio de los perfiles criminales se presenta como la negación de una novela policial, donde quien cobra relevancia es el criminal y no el detective ni, mucho menos, la manera de cazar a su presa.